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Amorebieta apenas contaba con 4.500 habitantes (una cuarta parte de la población actual, en torno a 19.000 personas) cuando, el 4 de enero de 1925, fue oficialmente constituida la Sociedad Deportiva Amorebieta (SDA), club que en sus inicios abrazó diversas actividades deportivas además del balompié (pelota, atletismo, ciclismo, alpinismo…) pero que en los últimos 80 años se ha erigido en el principal referente del fútbol de la localidad y de la comarca. Al nacer, la SDA era la prolongación en el tiempo de dos clubes que le precedieron, la Sociedad Deportiva Beti-Arin y la Sociedad Olímpica Zornoza, aunque también puede decirse que fue la tercera denominación que un mismo club adoptó en el breve plazo de dos años. En cualquier caso, el club fue fundado como tal en 1925, su primer presidente fue Antonio de Gorostiaga y desde sus albores eligió el azul para su camiseta, color que con el paso del tiempo se ha erigido en seña de identidad de la SDA, hasta el punto de ser el de «¡A-zu-les!» el más popular y característico de los gritos de ánimo de su hinchada. No se conoce a ciencia cierta el porqué de la elección de ese color. Cuentan que podría deberse al hecho de que los primeros practicantes del fútbol en el municipio empleaban para su equipación deportiva la tela sobrante de la confección de los monos de trabajo de los talleres y las fábricas que comenzaban a proliferar en ambas márgenes del río Ibaizabal. No hay constancia documental de ello, en cualquier caso. En el libro ‘Los doce de Urritxe’, editado con motivo del 75 aniversario de la SDA, se dice que el pantalón fue negro en los primeros años de andadura del club, datando de la temporada 1952-53 el primer documento gráfico que acredita que tanto camisola como pantalón eran ya azules. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que, desde su fundación, fue el campo de Urritxe el hogar de la SDA. Un terreno de juego ubicado en un alto localizado al noreste del núcleo urbano de Amorebieta. Una explanada que ya los impulsores de los clubes precursores de la SDA habían acondicionado, ganando a base de sudor terreno a hierbas, zarzas, arbustos, maleza y toda clase de vegetación. Durante años, Urritxe careció de duchas. Era una escena habitual en el pueblo ver a un grupo de jugadores, embarrados hasta las cejas, tratando de despojarse del barro y de acicalarse en el arroyo que cruza el pueblo al inicio de la subida a Urritxe, hoy subterráneo en su mayor parte. Sí hay prueba documental del primer balance presupuestario del club: en 1925, la SDA ingresó 1.329,65 pesetas (unos 8 euros) y gastó 1.182,70 (7,10 euros), lo que arrojó un superávit de 146,95 pesetas (menos de un euro).

Su primera temporada, la 25-26, la SDA militó en la Serie C Ordinaria del fútbol vizcaíno, encuadrada en el ‘Comité de Durango’ y con el Durango, el Elorrio, el Usansolo y el Montorretas como rivales. Tras proclamarse campeón de este grupo, jugó la fase de ascenso contra el Iturrigorri y el Chávarri, sin éxito. El primer ascenso de la historia llegaría la temporada siguiente, la 26-27, en la que el equipo subió a la Serie C Preferente. En aquellos años pioneros, el ciclismo era la sección que mayores éxitos reportaba a la SDA, si bien fue el montañismo el que proporcionó el primer mito del club, el alpinista Andrés Espinosa. Entre sus éxitos, la escalada del Naranjo de Bulnes por su cara sur, sin cuerdas y descalzo; o la ‘premier’ vasca del Kilimanjaro, techo de África, en 1930.

A finales de los 20, y hasta mediados de los 30, el primer equipo alternó la Tercera y la Segunda categorías, al albur de las diferentes reestructuraciones que sufrió el fútbol vizcaíno. Fruto de una de ellas, y en una especie de treta legal, la SDA pasó a fusionarse con el Amaika Bat de Sondika y a denominarse Club Deportivo Amorebieta… hasta que en julio de 1936 las fuerzas fascistas del general Franco daban un golpe militar que desencadenaría la Guerra Civil española, costaría cientos de miles de vidas humanas y acabaría con la II República. La actividad del club, lógicamente, se detuvo mientras duró el conflicto y se retomó en 1939, ya con Franco instalado en el poder, al mando de una negra dictadura que se prolongaría durante cuatro décadas de infausto recuerdo.

Finalizada la contienda bélica, la SDA volvió a la actividad en la Segunda Categoría del fútbol vizcaíno. El 28 de enero de 1940, a las 15:15 horas, el colegiado Díaz Rolland hizo sonar su silbato en Durango para que los azules cerraran un triste y dramático paréntesis de casi cinco años. En la temporada 41-42 lograría su segundo ascenso (en este caso, a la Primera B) tras proclamarse campeón de la categoría. Pero, mientras la entidad y el pueblo presumían de equipo, no podían hacer lo mismo de campo, ya que “Urriche” (con “ch”) no reunía las condiciones mínimas ni siquiera para los estándares de la época. De modo que también en 1942, animado por el éxito deportivo, se decidió la Junta Directiva a emprender la primera de las numerosas reformas que ha sufrido Urritxe, un terreno de juego que entonces no era aún propiedad municipal, sino de un particular al que se abonaba un alquiler mensual de 25 pesetas. 9.000 pesetas (54 euros) fue el coste de aquella primera reforma, consistente básicamente en el cavado de una zanja central que evitara “el fangal que se formaba” y en el que se invirtieron “sesenta carros de piedra”. Y en la 43-44 llegaría una de las mejores temporadas de la historia de la entidad: además de completar una gran campaña en Liga, la SDA llegó a disputar (aunque perdió ante el Erandio) la final del Campeonato de Aficionados de Bizkaia en San Mamés. Pero la que no escapó fue la final de la Copa Bizkaia, primer título en la historia del club. Enfrentado al Padura a doble partido, los azules ya dejaron la cosa encarrilada en Santo Cristo al ganar por 0-3, goleada que repetiría una semana más tarde en Urritxe. La alineación campeona fue esta: Torre; Ugalde, León; Luzuriaga, Uriarte, Fructuoso; Serrano, Gumucio, Álvarez, Josechu y Orcasitas.

La década de los 40 aún depararía hitos relevantes para el club zornotzarra. Entre los negativos, el descenso de categoría y las dificultades económicas en que se tradujo esa mala racha deportiva. Consecuencia de esos apuros futbolísticos, el Ayuntamiento de Amorebieta hubo de salir en ayuda de la SDA y adquirió los terrenos de Urritxe, cediendo su uso y disfrute a la entidad azul, que de esta forma se libraba del pago del alquiler mensual. Entres las buenas noticias, en 1948 llegaba al primer equipo azul un mocetón del barrio de Orobios que jugaba bajo palos, respondía al nombre de Carmelo Cedrun y que a día de hoy puede presumir de ser, posiblemente, el mejor jugador que ha vestido la camiseta de la SDA en sus 97 años de historia. Al menos, el que más lejos llegó. Carmelo solo jugó una temporada en Urritxe, pues el Athletic lo ‘cazó’ al vuelo y le confió las porterías de San Mamés, alcanzando muy pronto la internacionalidad. Orgulloso de sus orígenes, Cedrun regresaría a Urritxe para hacer historia. El 1 de noviembre de 1954, Carmelo participó en el partido que la SDA organizó con un doble propósito: rendirle tributo por su recién estrenada internacionalidad e inaugurar el, ahora sí, remozado campo de Urriche, sometido durante cuatro largos años a un profundo lavado de cara. Se procedió al cierre exterior del campo, a la reconstrucción de las casetas y a la edificación tras la portería norte de un desmonte en el que se habilitaron varias filas de espectadores y que, con el paso del tiempo, se convertiría en uno de los fondos más icónicos del fútbol vizcaíno. El partido homenaje a Cedrun lo disputaron el Amorebieta y uno de los mejores Athletic de siempre, capitaneado por el legendario Telmo Zarra. Carmelo se alineó con el Amorebieta.

Lo que restaba de la década de los 50 no fue sencillo para la SDA, no tanto en lo deportivo (se mantuvo sin excesivos problemas en la Segunda Categoría) como en lo económico. Si hacia 1955 fue una tómbola de utensilios domésticos la que proporcionó al club el ingreso extra que permitía aliviar su precaria economía, en septiembre de 1958 la situación adquirió tintes mucho más dramáticos, y el club vivió entonces uno de los momentos más críticos de su historia. De hecho, en una Asamblea celebrada en el desaparecido Cine Amorebieta, varios directivos y socios promovieron la disolución preventiva y provisional de la SDA, por un tiempo de dos o tres años, como estrategia para sensibilizar a un pueblo de Amorebieta que, a su entender, ni valoraba no apoyaba en su justa medida el esfuerzo que se venía desarrollando desde el club de Urritxe. Aunque estuvo en un tris, la disolución no se sustanció, y de aquella Asamblea saldría elegido presidente Sixto Montoya, bajo cuyo largo mandato, de nueve temporadas, se construyó la legendaria tribuna de Urritxe, primer graderío cubierto en la historia de la instalación. En apenas medio año se levantó aquella tribuna, edificada con el sudor de decenas de socios, directivos, jugadores y técnicos… y con algún que otro camión de Cementos Lemona que ‘desvió’ su ruta y ‘apareció’ en el campo zornotzarra… con el visto bueno de la dirección de la empresa. Los elementos metálicos procedieron del desguace de unas obras en los Altos Hornos de Barakaldo. De modo que la tribuna, con capacidad para unas 300 personas, fue inaugurada el 19 de marzo de 1959 en un partido contra el Lemona. Tuvo que pasar casi una década para que en sus bajos se habilitaran los vestuarios para dos equipos y el trío arbitral, un pequeño almacén, la oficina del club y un ambigú que estarían en servicio durante casi 40 años.

El cambio de década le sentó bien al primer equipo de la SDA, que en curso 59-60 se proclamó campeón de la Segunda Regional al ganar por 3-0 al Zalla en una final jugada en San Mamés bajo la dirección técnica de un ex jugador del Athletic, Mieza. Varios autobuses acercaron a centenares de aficionados y aficionadas zornotzarras hasta la capital vizcaína, y cerca de 3.500 espectadores asistieron en La Catedral a un partido que los azules ya dominaban al descanso por 2-0. El partido se jugó a las 11 de la mañana de un caluroso jueves de junio. El título lo festejaron los zornotzarras en la Sociedad Ibaizabal, y por la tarde se asomaron al balcón del Ayuntamiento para recibir el aplauso y reconocimiento de sus vecinas y vecinos.

Al siguiente curso nacería otro de los elementos más icónicos del club: la Preferencia de Urritxe. Ubicada tras la portería norte, fue una obra sencilla, consistente en la habilitación de siete filas de asiento de cemento, de un banderín a otro. Casi de forma instantánea, aquella se convertiría en la ‘portería de los goles’, la que reservaba el capitán de la SDA para los segundos tiempos cada vez que ganaba el sorteo inicial. Pese a las lesiones, el primer equipo azul se mantuvo sin apuros en la recuperada Primera Categoría regional. Y en el curso 61-62 acabaron terceros en la categoría, tras Peña y Balmaseda, lo que les permitió disputar la promoción de ascenso a la Tercera División, encuadrados en un grupo junto a Barreda, Deusto y Guarnizo. Tras eliminar con solvencia al Barreda, la ronda final emparejaría a los azules con el Deusto. Tras ganar la ida 2-0 en Urritxe y perder por idéntico resultado en la vuelta, la SDA tuvo que disputar un partido de desempate en Basozelai (Basauri). Ganó 3-2, logró el primer ascenso de su historia a una categoría ‘nacional’ y dejó una anécdota para el recuerdo: el gol de la victoria lo marcó José Luis Magunacelaya, quien tuvo que suspender su luna de miel a Donostia para poder disputar aquel desempate que no estaba en las previsiones deportivas y sentimentales de nadie. El festejo, por todo lo alto, se celebró en el restaurante Las Hermanas. No era para menos: los azules habían alcanzado la tercera categoría del fútbol estatal, ya que por encima solo estaban entonces la Primera División y la Segunda (dividida en grupo Norte y grupo Sur).

Pero si histórica fue la campaña 61-62, no le fue a la zaga la 62-63. Encuadrada en un grupo junto a equipos vascos y cántabros, la SDA acabó la temporada en una brillante tercera posición, tras Barakaldo y Arenas, siendo el equipo más goleador y quedándose a tan solo un punto de optar al ascenso a Segunda División. En paralelo a la Liga, los azules disputaron el Campeonato de Bizkaia de Aficionados. Tras eliminar a Guernica, Lemona, Somorrostro y Santurce, volvió a plantarse en la gran final de San Mamés ante el Arenas, equipo confeccionado a golpe de talonario con el objetivo de ascender a Segunda División. Así y todo, los azules ganaron 2-0 con goles de Bilbao y Abad para alzar el tercer título de su historia, de nuevo en La Catedral. Pero lo mejor de aquel año estaba aún por llegar, ya que el triunfo le dio a la SDA la posibilidad de disputar el Campeonato de España Aficionado. Se eliminó al Chantrea navarro y al Guarnizo cántabro para plantarse en las semifinales, donde el sorteo emparejó a los zornotzarras con el filial del Real Madrid, en el que se forjaban los Velázquez, Grosso, De Felipe… La ida se jugó en Vallecas, el terreno de juego habitual del equipo merengue. Ganaron los blancos por 2-0, un resultado no muy bueno… aunque casi peor fue que los jugadores de la SDA tuvieron que empujar el autobús en el viaje de vuelta a Euskadi. La derrota no impidió que Urritxe registrara una de las mejores entradas de su historia en el choque de vuelta. No en vano, la visita del Real Madrid a Amorebieta fue un acontecimiento en toda la comarca. Los madrileños se adelantaron con gol de Grosso (autor de los cuatro goles de su equipo en la semifinal), pero los azules le dieron la vuelta al marcador y, con el 2-1, se colocaron a un solo gol de forzar la prórroga… pero el mencionado Grosso hizo el 2-2 definitivo. La SDA caía eliminada… pero el Real Madrid no lograba ganar en Urritxe. Y eso ya es algo.

El Amorebieta se mantuvo en la Tercera División varias temporadas más, hasta que la categoría sufrió en el curso 67-68 una reestructuración que devolvió a los azules a la Regional Preferente. Tras salvar otra delicadísima situación económica en la campaña 68-69 (la prima para los jugadores que ficharon aquel curso consistió en viaje y cena en Lekeitio el Día de Gansos), en la 71-72 el club vivió una de las situaciones más peculiares y dramáticas de su historia. Tras dimitir la Junta Directiva en bloque, no había en el pueblo nadie que quisiera asumir la responsabilidad de dirigir el club… de modo que fueron los jugadores del primer equipo quienes se constituyeron en Junta Directiva. Fue una directiva cooperativista: todos cobrarían lo mismo a fin de año. El primer equipo descendió a Primera Regional, pero el pueblo se volcó con el club, que llegó a superar la cifra de 1.100 socios y socias que llenaban cada domingo el campo de Urritxe. Así, la SDA regresó a la Categoría Preferente en la campaña 72-73, e instalado en esa categoría se dispuso la entidad azul a celebrar sus Bodas de Oro. Corría la temporada 1974-75.

Los festejos por el 50 aniversario de la SDA arrancaron a las 19 horas del 18 de marzo de 1975, siendo Juan Etxebarria ‘Makatza’ presidente de la entidad, que contaba entonces con 650 socios y socias. Primero, misa en la parroquia de Larrea; a continuación, cena en El Cojo con entrega de galardones y obsequios a personas e instituciones. Y al día siguiente, festividad de San José, a las 17:00 horas y en el campo de Urritxe, el plato estrella del menú: Athletic Club-Real Sociedad. El saque de honor lo hizo el legendario José Ángel Iribar, ‘El Txopo’, y las gradas de Urritxe estaban a reventar. Ganaron los ‘leones’ por 4-1.

El primer equipo de la SDA logró asentarse en la Regional Preferente en la segunda mitad de los 70, bastante plácida en lo deportivo pero más convulsa en lo social y en lo político tras la muerte del dictador en noviembre de 1975. Enero de 1977 marcó un hito, al ondear la ikurriña por primera vez en Urritxe. Unos meses antes, el club había vivido otra situación particular. Finalizada la campaña 75-76, y no queriendo nadie asumir la responsabilidad de presidir la entidad, por el pueblo comenzó a circular el rumor de que algunas personas influyentes vinculadas al régimen que languidecía ultimaban una plancha electoral para hacerse con el control de la SDA. La reacción fue casi instantánea, conformándose una candidatura de marcado carácter popular encabezada por Luis Birizuela, quien sería presidente del club… durante 24 temporadas. Aquel verano del 76 las secciones de pelota, atletismo y montaña desaparecían de los estatutos del club, que desde entonces ha tenido en el fútbol su única modalidad. Tras pasar apuros para mantener la categoría en su primera campaña, la Junta Directiva de Birizuela decidió encomendar el timón del primer equipo a Pedro Antonio Etxebarria, alias ‘El Zambo’, un entrenador de la vieja escuela, de los que creen que el éxito en el fútbol nace de mantener la portería propia a cero. Corría la campaña 77-78 y comenzaba la andadura en Urritxe del que ha sido uno de los entrenadores más carismáticos en la historia de la SDA. En la 78-79, el equipo acaba quinto de la Regional Preferente, y se supera en la 79-80 al acabar tercero, empatado a 57 puntos con los dos primeros clasificados (Santutxu y Zorroza) pero con un peor ‘goal average’, lo que le condena a disputar una eliminatoria de promoción que no le garantiza el ascenso a la ansiada Tercera División. Los azules eliminan al Aretxabaleta, pero se ven obligados a jugar una segunda eliminatoria contra el Lemona, que les derrota en la ida en Arlonagusia (2-0) y al que solo pueden derrotar por la mínima en Urritxe (1-0). Al año siguiente, sin embargo, la cosa tendría final feliz.

El 7 de junio de 1981 es una fecha grabada a fuego en las mentes y corazones de muchas y socias y muchos socios de la SDA. Ese día, en un Urritxe que duplicaba con creces el aforo máximo que se permitiría hoy, el Amorebieta derrotaba por 2-0 al Mondragón para ascender a Tercera División, categoría en la que se mantendría de forma ininterrumpida durante la friolera de treinta temporadas. Tras ganar 30 de los 38 partidos de Liga, empatando cinco y perdiendo solo tres, de nuevo el ‘goal average’ impedía al Amorebieta proclamarse campeón de la Preferente y sellar el billete automático a la Tercera División, privilegio que fue para su archirrival en aquella época, el Basconia de Basauri. Los azules se tenían que ganar el ascenso en eliminatoria a doble vuelta contra el Mondragón. En el descanso del partido de ida, disputado en Iturripe, los cientos de aficionados zornotzarras ponían el champán a enfriar ya que su equipo ganaba por 0-2 con goles de Gabiola y Rekagorri, portero titular que se encargaba de lanzar los penaltis. Sin embargo, en un segundo tiempo de locos, el Mondragón le daba la vuelta al partido, obteniendo un 4-3 que obligaba a la SDA a ganar el choque de vuelta en Urritxe por la mínima para forzar la prórroga (los goles en campo ajeno no tenían valor doble) o por dos goles de diferencia para sellar el ascenso. Media hora antes del inicio del partido, Urritxe ya registraba la mayor entrada de su historia, que se tradujo en una recaudación récord que rondó el millón y medio de pesetas (en torno a 9.000 euros). Con arbitraje del cántabro Brezo, Etxebarria alineó a Rekagorri; Arias, Sabin, Vicente, Vicandi, Toño, Gabiola, Gisasola, Aitor, Aiesta y Gurtubai. Valentín Bilbao y Belasko jugarían la segunda mitad. El Amorebieta dominó el primer tiempo, pero no hubo goles antes del descanso. En el minuto 52, Valentín Bilbao cabeceaba a las redes un córner lanzado por Gurtubai. Y en el minuto 70, Gabiola, en una contra que culminó con una vaselina desde fuera del área, llevó la locura total al graderío de Urritxe. Cuando Brezo pitó el final del partido, cientos de aficionadas y aficionados azules saltaron a la arena del campo zornotzarra para celebrar el ascenso junto a sus futbolistas. Fue el primer acto de un larguísimo programa de festejos.

El regreso de la SDA a categoría ‘nacional’ coincide con dos hitos: por un lado, el club vuelve a superar la barrera de las 1.000 socias y socios; por el otro, se hace patente la necesidad de implementar mejoras en el campo de Urritxe en un momento, década de los 80, en que los terrenos de juego de hierba comienzan a proliferar en pueblos y clubes del entorno. La primera temporada en Tercera es buenísima, hasta el punto de que la SDA es tercera a solo dos partidos de la conclusión del campeonato y mantiene opciones de ascenso a Segunda División B, aunque finalmente acaba quinta. No le va a la zaga la campaña 82-83, en que los azules vuelven a alcanzar la penúltima jornada con posibilidades de subir de categoría, aunque finalmente estas también se esfumarían al acabar terceros, tras Cultural de Durango y Eibar. Aquella campaña pasaría a la historia por dos hechos: sería la última de Etxebarria en el banquillo azul, pero la primera con la cubierta de la Preferencia, una estructura bastante básica y rudimentaria pero muy efectiva en aquellas tardes de lluvia. Aquella mejora, sin embargo, no ocultaba las muchas deficiencias del vetusto Urritxe.

La campaña 83-84 dejó dos hechos para el recuerdo. Por un lado, la siembra de hierba en el terreno de juego de Urritxe, aunque esta solo duraría dos partidos; por el otro, la retirada del mítico José Mari Gisasola, uno de los iconos del club. El siguiente curso, el primer equipo, dirigido por Alfonso Barasoain, acaba tercero la temporada y, aunque no puede optar al ascenso, se clasifica para la Copa y el sorteo le depara uno de los premios ‘gordos’: la Real. Con José Mari Amorrortu en el banquillo azul y John Benjamin Toshack en el txuri-urdin, Urritxe volvía a lucir sus mejores galas el 19 de septiembre de 1985 para recibir al conjunto guipuzcoano: Gorriz, Bakero, Zamora, Uralde… 0-3 ganaron los donostiarras y las enviados especiales de la prensa guipuzcoana dedicaron más tiempo y espacio a lanzar improperios al estado del terreno de juego que a alabar el juego de su equipo. En el Amorebieta se alineó aquella tarde un delantero, José Luis Astiazaran, que años más tarde se convertiría en presidente del equipo rival. El choque de vuelta, jugado en el legendario Atotxa ante 10.000 espectadores, lo ganó también la Real (2-0). Cuentan las crónicas que, pese al resultado, los azules hicieron un gran partido que les hizo acreedores de una gran ovación del público local a la finalización del encuentro. Los dos años de Amorrortu en el banquillo de Urritxe, el Amorebieta desplegó un fútbol ofensivo que se ganó merecida fama en la categoría. La 85-86 acabó con el Amorebieta sexto y Rekagorri colgando los guantes. En la 86-87, los azules son una máquina de hacer goles –Astiazaran se corona ‘pichichi’ de la categoría– y mantienen vivas las opciones de ascenso hasta la penúltima jornada. La década de los 80 concluiría con la SDA firmemente instalada en la Tercera División, aunque en la campaña 88-89 flirteó peligrosamente con el descenso hasta una jornada final de infarto.

Dos ex jugadores estuvieron a punto de ascender a la SDA en los primeros años de los 90: Jesús Mari Barrenetxea, ‘Txuku’, y José Mari Gisasola. En la 90-91, tras acabar cuartos en Liga, los azules quedaron encuadrados en un grupo con el Laredo cántabro, el Fraga aragonés y el peña Sport navarro. Tras jugar todos contra todos a doble partido, el campeón de la liguilla sería equipo de Segunda B. Resultó que el Amorebieta afrontó la jornada final visitando al Fraga y dependiendo de sí mismo: si ganaba, subía. Bajo un calor sofocante, los azules llegaron 1-1 al descanso: un gol y 45 minutos les separaban de la Segunda B… pero no pudo ser. Al año siguiente, con ‘Gisa’ en el banquillo, el Amorebieta vuelve a acabar cuarto en Liga y a clasificarse para el ‘play-off’, que le depara como rivales al Endesa Andorra aragonés, al Marina cántabro y al Artajonés navarro. De nuevo, los azules encaraban la jornada final con opciones de ascenso, aunque no dependían de sí mismos. De hecho, los de Gisa cumplieron su parte al derrotar 4-1 en Urritxe al Artajonés, pero la victoria del Endesa Andorra ante el Marina daba el ascenso al conjunto aragonés.

La temporada 93-94, en que Birizuela cumplía 18 años al frente del club, arrojó un dato estadístico histórico: el entrenador, Gisa, y 18 de los 20 jugadores del primer equipo eran nacidos o residentes en Amorebieta. Pero el comienzo de Liga es malo, sin victorias en los diez primeros partidos, y la temporada es angustiosa incluso más allá de la jornada final. Los azules habían esquivado el descenso directo en el último partido, pero su continuidad en la Tercera División dependería de que otros equipos del grupo vasco lograran mantenerse en Segunda B. Lo logró un club vecino, el Gernika, en una agónica eliminatoria ante el Huesca. La SDA sumaba ya 13 temporadas consecutivas en la categoría.

La retirada de José Ángel Estévez ‘Txipi’ en la 94-95 y los tres goles que el delantero azul Víctor marcó en los cuatro primeros minutos de un partido en la 95-96 constituyeron los hechos más novedosos de sendas campañas. En la 96-97, para los almanaques queda el partido contra el Aurrera de Ondarroa que el árbitro suspendió por el mal estado de la arena de Urritxe. Eran años de enfrentamientos y reconciliaciones entre el club y el Ayuntamiento, en los que se anunciaron proyectos como la remodelación integral de Urritxe o la construcción de un nuevo campo en Zubipunte… Birizuela llegó a encerrarse en el Ayuntamiento para protagonizar una huelga de hambre en protesta por el estado del campo municipal. A finales de 1997 se anuncia la construcción de un campo de hierba artificial en Txolon, a apenas 300 metros de Urritxe, que sería utilizado por los equipos inferiores del club.

En la 97-98, con Juan Felipe Mintegi en su segundo año en el banquillo azul, la SDA disputaría su tercera promoción de ascenso a Segunda B tras permanecer invicto desde la 16ª jornada hasta la 38ª y última. ¡23 partidos sin perder! Esta vez, el Tropezón cántabro, el Fraga aragonés y el Logroñés B riojano serían los rivales. Y en esta ocasión las opciones se desvanecerían en la cuarta jornada de la liguilla. Más complicado fue el curso 98-99, en que los azules se salvaron en la penúltima jornada gracias a la reacción que experimentó el equipo cuando otro histórico del club, José Luis Belasko ‘Belas’, tomó sus riendas a falta de 15 partidos. ¡18 temporadas seguidas en Tercera!

La campaña 1999-2000 constituye el final de una época para la SDA. Birizuela, tras 24 años, deja la presidencia de la entidad. El anuncio lo oficializa el 2 de febrero de 2000. Pero, antes de dejar el cargo, el ‘presi’ alcanza uno de sus grandes objetivos: la remodelación de Urritxe. En marzo, Birizuela presenta a la alcaldesa de Amorebieta-Etxano, Begoña Azarloza, un proyecto para la reforma integral del campo de fútbol: hierba natural, tribuna para 700 espectadores, vestuarios, oficinas, almacenes, iluminación, nuevos accesos… El Ayuntamiento aprueba en abril ese proyecto, con un coste de 1,1 millones de euros. Birizuela ya se puede ‘jubilar’ tranquilo. Su testigo lo coge Josean Barreiro, y aquella temporada 2000-2001 el primer equipo juega todos sus partidos como local en Txolon debido a que Urritxe, cuyas viejas estructuras habían sido demolidas durante el verano, se encuentra en obras. La primera victoria en Txolon se hace esperar, pero llega por todo lo alto: ante la Cultural de Durango y con dos goles de vaselina del delantero zornotzarra Asier Goiria, quien días más tarde ficharía por el Bilbao Athletic. El primer equipo acaba la Liga en la 13ª plaza, sin pasar apenas apuros para encadenar ¡¡¡20 temporadas en Tercera División!!!

Con Urritxe aún en obras, la SDA volvería a mudarse en la campaña 2001-2002, esta vez al campo de Larrea, habilitado para la ocasión con un terreno de juego de hierba artificial de última generación y nuevo sistema de iluminación. Les fue bien el cambio, ya que a las órdenes de Jon Pujana los azules acabaron cuartos la Liga y se clasificaron para la promoción de ascenso. Sus rivales serían el Fraga, el Recreación riojano y el Racing B cántabro, pero el 24 de mayo de 2002, en vísperas del primer partido de la ronda final, estalla la crisis. Tras un agrio enfrentamiento con el Ayuntamiento, que incluyó un sonado cruce público de graves acusaciones mutuas, la Junta de Barreiro decide dimitir en pleno. Lo haría en la Asamblea celebrada el 24 de junio, pero antes el primer equipo disputa un ‘play-off’ en el que pierde todas sus opciones de acenso al caer en Santander en la cuarta jornada. Dimitida la Junta Directiva, se abrió un proceso electoral que desembocaría en las primeras elecciones en la historia del club al concurrir dos candidaturas, encabezadas por Karmelo Pujana, vicepresidente con Barreiro, y Joseba Barrenetxea. Las elecciones se celebraron el sábado 20 de julio, en plenas fiestas del Carmen, y la participación fue altísima, de un 64,4%, al ejercer su derecho al voto 599 de los 930 socios y socias con derecho. Ganó Barrenetxea por un amplio margen al recibir 401 apoyos, por 196 Pujana, convirtiéndose a sus 38 años en el primer presidente de la SDA surgido de unas elecciones. En sus primeros días como presidente, Barrenetxea anuncia la creación de un filial en categoría regional, integra la escuela de fútbol Ikas-Txiki en su estructura del fútbol-base y nombra entrenador a José Antonio Goikoetxea y director deportivo a José Félix Guerrero. Pero si por algo pasó a la historia aquel curso fue por la inauguración del ‘nuevo Urritxe’, una instalación que en poco o nada remitía al Urritxe de toda la vida.

Ocurrió el 12 de octubre de 2002. Tras más de dos décadas de anteproyectos, discusiones, polémicas, enfrentamientos y desencuentros, Amorebieta estrenaba ese día un campo de fútbol a la altura del pueblo. Los primeros en pisar su flamante hierba natural fueron los jugadores del Athletic Club y del Racing de Santander, protagonistas de un encuentro inaugural cuyos prolegómenos estuvieron cargados de emoción. No faltó Carmelo Cedrun, de nuevo homenajeado casi 50 años después de aquel histórico partido de 1954. Tampoco José Ángel Iribar, embajador del Athletic Club y gran protagonista 27 años atrás del partido que conmemoró las Bodas de Oro de la SDA. Se rindió un sentido homenaje a los ex presidentes vivos. Hubo bendición, aurresku de honor y foto de familia en el césped con todos los jugadores de los ocho equipos que alineaba la SDA aquel año: el mayor, dos juveniles, dos cadetes y tres infantiles. Aitor Larrazabal, capitán de los ‘leones’, hizo de cabeza el primer gol en el ‘nuevo Urritxe’, único del partido. “Amorebieta cierra una herida”; “El día en que el campo de Urritxe dejó de ser un patatal”; “Urritxe, un campo de primera” fueron algunos titulares de la prensa de aquel día. Cerca de 2.900 espectadores llenaron Urritxe. El presupuesto de la reforma alcanzó los 1,32 millones de euros, la tribuna tuvo finalmente una capacidad para 504 personas, se habilitó una pequeña preferencia descubierta y de tres filas tras la portería norte, y el terreno de juego acreditó unas dimensiones de 102×64 metros. Bajo la tribuna se habilitaron tres vestuarios (equipo local, equipo visitante y trío arbitral), oficina, sala de reuniones, lavandería, almacén, botiquín y bar. Una escultura diseñada por José Javier Lacalle ‘Laka’ y realizada por Iker Albizuri conmemora aquel histórico 12 de octubre de 2002.

El primer partido oficial en el ‘nuevo Urritxe’ se disputaría el sábado 9 de noviembre, un  Amorebieta-Alavés C bajo el diluvio. Luis María García Iparraguirre ‘Bisi’ hizo el saque de honor en reconocimiento a años y años de trabajo en favor de la SDA, pero no hubo goles aquella tarde de perros. Bueno, hubo uno. Lo anotó el local Ibai desde fuera del área, superado ya el minuto 90 de juego, pero fue anulado por un fuera de juego muy protestado por los 500 aficionados que se protegieron de la lluvia y del viento bajo la nueva tribuna de Urritxe.